Hola!Hoy os vamos a presentar un personaje que ha destacado por su labor humanitaria i solidaria, se llama Mahatma Gandhi. Os dejamos una carta que escribio en tiempos conflictivos durante la Segunda Guerra Mundial, dirigida a Adolf Hitler. Esperamos que sea de vuestro interés.
Escrita el
24 de diciembre de 1940. El gobierno británico no permitió que esta carta fuera
enviada ni se hiciera pública.
"Algunos amigos me han instado a escribirle en
nombre de la humanidad. Pero me he resistido a su petición, porque me parecía
que una carta mía sería una impertinencia. Con todo, algo me dice que no tengo
que calcular, y tengo que hacer mi llamamiento por todo lo que merezca la pena.
Está muy claro que
es usted hoy la única persona en el mundo que puede impedir una guerra que
podría reducir a la humanidad al estado salvaje. ¿Tiene usted que pagar ese
precio por un objetivo, por muy digno que pueda parecerle? ¿Querrá escuchar el
llamamiento de una persona que ha evi-tado deliberadamente el método de la
guerra, no sin conside-rable éxito? De todos modos, cuento de antemano con su
per-dón si he cometido un error al escribirle."
Vol. 70, 23 de julio de 1939
* * *
"Yo no tengo
enemigos. Mi ocupación en la vida durante los últi-mos treinta y tres años ha
sido ganarme la amistad de toda la humanidad fraternizando con los seres
humanos, sin tener en cuenta la raza, el color o la religión.
Espero que tenga
usted el tiempo y el deseo de saber cómo considera sus actos una buena parte de
la humanidad que vive bajo la influencia de esa doctrina de la amistad
universal. Sus escritos y pronunciamientos y los de sus amigos y admiradores no
dejan lugar a dudas de que muchos de sus actos son mons-truosos e impropios de
la dignidad humana, especialmente en la estimación de personas que, como yo,
creen en la amistad uni-versal. Me refiero a actos como la humillación de
Checoslovaquia, la violación de Polonia y el hundimiento de Dinamarca. Soy
consciente de que su visión de la vida conside-ra virtuosos tales actos de
expoliación. Pero desde la infancia se nos ha enseñado a verlos como actos
degradantes para la huma-nidad. Por eso no podemos desear el éxito de sus
armas.
Pero la nuestra es
una posición única. Resistimos al impe-rialismo británico no menos que al
nazismo. Si hay alguna dife-rencia, será muy pequeña. Una quinta parte de la
raza humana ha sido aplastada bajo la bota británica empleando medios que no
superan el menor examen. Ahora bien, nuestra resistencia no significa daño para
el pueblo británico. Tratamos de convertir-los, no de derrotarlos en el campo
de batalla. La nuestra es una rebelión no armada contra el gobierno británico.
Pero los con-virtamos o no, estamos totalmente decididos a conseguir que su
gobierno sea imposible mediante la no colaboración no violen-ta. Es un método
invencible por naturaleza. Se basa en el cono-cimiento de que ningún expoliador
puede lograr sus fines sin un cierto grado de colaboración, voluntaria u
obligatoria, por parte de la víctima. Nuestros gobernantes pueden poseer
nuestra tie-rra y nuestros cuerpos, pero no nuestras almas. Pueden tener lo
primero sólo si destruyen por completo a todos los indios: hom-bres, mujeres y
niños. Es cierto que no todos podrán llegar a tal grado de heroísmo, y que una
buena dosis de temor puede doblegar la revolución; pero eso es irrelevante.
Pues si en la India hay un número suficiente de hombres y mujeres que están
dispuestos, sin ninguna mala voluntad contra los expoliadores, a entregar sus
vidas antes que doblar la rodilla ante ellos, habrán mostrado el camino hacia
la libertad de la tiranía de la violen-cia. Le pido que me crea cuando digo que
encontrará usted un inesperado número de tales hombres y mujeres en la India.
Durante los últimos veinte años han estado formándose para ello.
Durante el último
medio siglo hemos estado intentando liberarnos del gobierno británico. El
movimiento por la inde-pendencia no ha sido nunca tan fuerte como ahora. El
Congreso Nacional Indio, que es la organización política más poderosa, está
tratando de conseguir este fin. Hemos logrado un éxito muy apreciable por medio
del esfuerzo no violento. Estamos bus-cando los medios correctos para combatir
la violencia más orga-nizada en el mundo, representada por el poder británico.
Usted le ha desafiado. Ahora queda por ver cuál es el mejor organiza-do: el
alemán o el británico. Sabemos lo que la bota británica significa para nosotros
y las razas no europeas del mundo. Pero nunca desearíamos poner fin al gobierno
británico con la ayuda de Alemania. En la no violencia hemos encontrado una
fuerza que, si está organizada, sin duda alguna puede enfrentarse a una
combinación de todas las fuerzas más violentas del mundo. En la técnica no
violenta, como he dicho, no existe la derrota. Todo es «Vencer o morir» sin
matar ni hacer daño. Se puede usar prácticamente sin dinero y, claro está, sin
la ayuda de la ciencia de la destrucción que tanto han perfeccionado ustedes.
Me asombra que no
perciba usted que esa ciencia no es monopolio de nadie. Si no son los ingleses,
será otra potencia la que ciertamente mejorará el método y le vencerá con sus
pro pias armas. Además, no está dejando a su pueblo un legado del que pueda
sentirse orgulloso, pues no podrá sentirse orgulloso de recitar una larga lista
de crueldades, por muy hábilmente que hayan sido planeadas.
Por consiguiente,
apelo a usted, en nombre de la humani-dad, para que detenga la guerra. No
perderá nada si pone todos los asuntos en litigio entre usted y Gran Bretaña en
manos de un tribunal internacional elegido de común acuerdo. Si tiene éxito en
la guerra, ello no probará que usted tenía razón. Sólo proba-rá que su poder de
destrucción era mayor. Por el contrario, una sentencia de un tribunal imparcial
mostrará, en la medida en que es humanamente posible, cuál de las partes tenía
razón.
Sabe que, no hace
mucho tiempo, hice un llamamiento a todos los ingleses para que aceptaran mi
método de resistencia no violenta. Lo hice porque los ingleses saben que soy un
amigo, pese a ser un rebelde. Soy un desconocido para usted y para su pueblo.
No tengo coraje suficiente para hacerle el lla-mamiento que hice a todos los
ingleses, aunque se aplica con la misma fuerza a usted que a los británicos.
Durante esta
estación, cuando los corazones de los pue-blos de Europa ansían la paz, hemos
suspendido incluso nuestra pacífica lucha. ¿Es demasiado pedir que haga un
esfuerzo por la paz en un tiempo que tal vez no signifique nada para usted
personalmente, pero que tiene que signifi-car mucho para los millones de
europeos cuyo mudo grito de paz oigo, pues mis oídos pueden escuchar la voz de
millones de personas mudas?"
- Vol. 73, 24 de diciembre de
1940. (El gobierno británico no permitió que esta carta fuera enviada ni se
hiciera pública).
Del Libro "Mi vida es mi
mensaje" Gandhi. Edición de John Dear